La discriminación hacia personas, comunidades y grupos lésbicos, gays, bisexuales, transgénero, transexuales y travestis constituye una flagrante violación a sus derechos humanos, toda vez que las sociedades que la practican las tratan de manera diferente o inferior al resto de la población. Pertenecer a alguno de esos grupos no es una enfermedad ni constituye delito alguno.
Así las y los miembros de ellos tienen derecho a ser protegidos contra la discriminación por su orientación sexual e identidad genérica en la misma medida en que lo serían si fueran excluidos por su raza, su género o su religión. En efecto, la orientación sexual –entendida como la capacidad de una persona de sentirse atraída por las y los de su mismo sexo, por las y los del sexo opuesto o por ambos–, es parte inherente a la identidad, como lo son la raza, la fe o el género. Sobre este particular puede decirse que tanto la Declaración como el Programa de Acción de Viena reconocen que los derechos humanos son indivisibles y están interrelacionados; por tanto, no tiene sentido garantizar la protección de una parte de nuestra identidad (como por ejemplo el origen o la religión) cuando al mismo tiempo se niega la otra parte de ella: la orientación sexual o incluso la identidad de género, esta última denotada como un sentimiento personal, profundo y de pertenencia a un grupo determinado, a la sensación de conformidad o rechazo entre el género biológico y el psicológico.
En esta línea argumentativa, es preciso señalar que en una sociedad democrática, las instituciones del poder público son decisivas para que el ambiente de libertades y derechos que amparan la libre elección sexual se fortalezca y consolide; amén que las autoridades mexicanas, incluidas con obviedad las del municipio de Celaya, tienen la obligación de respetar los derechos y libertades de sus gobernados, protegiendo su pleno ejercicio y, por ende, tienen el deber jurídico de prevenir y no generar actos que violenten el derecho a la no discriminación de cualquier persona, adoptando para el efecto las medidas que resulten necesarias.




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